The Replacements en una película americana dirigida por
Howard Deutch, que muestra a través de su argumento el genuino amor por un
deporte y la redención que pueden experimentar los seres humanos expuestos ante
sus miedos.
La huelga de un sobrevalorado grupo de jugadores “profesionales”
de fútbol americano paraliza la liga a escasos partidos de que concluya la
temporada regular y comiencen los play-offs. Los Washingtong Sentinels es uno
de los cuadros afectados por la huelga y ante la desesperante situación el
presidente de los Sentinels, Edward O'Neil, interpretado por Jack Warden, recurre
a un ex entrenador, Jimmy McGinty (Gene Hackman); un tipo verdaderamente
apasionado por su trabajo que se da a la tarea de encontrar un equipo de
suplentes que actué mientras las estrellas pelean por sus estratosféricos
contratos. McGinty acepta el cargo con la condición que la directiva no
intervenga en las decisiones deportivas
y que le den total libertad para escoger a sus jugadores. Trazando un
paralelo con la situación de los coachs en el mundo del deporte, las
condiciones que impone McGinty serían al menos calificado de exóticas en un
mundo donde los gerifaltes del deporte intervienen en las decisiones deportivas,
aunque casi en la totalidad de los casos no tienen la menor idea sobre el desarrollo
del juego y, también, hacen engorrosos acuerdos con representantes que los
benefician más a ellos que a las instituciones. Volviendo a la historia,
McGinty arma un equipo compuesto mayoritariamente por tipos que alguna vez
jugaron fútbol americano, pero que no pudieron convertirse en respetados
jugadores profesionales por múltiples razones. Shane Falco (Keanu Reeves) se
transforma en el líder anímico y técnico de este grupo desde su posición de
quaterback y jugador más talentoso de su equipo. Falco si tuvo la oportunidad
de jugar fútbol americano de alto nivel, pero no pudo triunfar en la batalla
contra sus propias inseguridades y pasa su vida recogiendo objetos en el fondo
del mar. Ahora tiene una nueva oportunidad para ejercer lo que más le gusta y,
además, de iniciar una relación Annabelle Farrell (Brooke Langton) la líder de
las porristas que también se ve en la obligación de dirigir a un atípico grupo
integrado en su totalidad por bailarinas eróticas que se encargan de animar al
equipo y distraer a los contrarios con sus sensualmente hilarantes
coreografías. Así el equipo inicia la seguidilla de partidos, con pocos
entrenamientos y problemas de comunicación que se traducen en una clara
derrota. Es difícil hacer encajar a un grupo de desconocidos rápidamente, sobre
todo cuando todos quieren mostrar su coraza para no admitir sus miedos. Pero
una pelea con los fanfarrones de los jugadores profesionales aglutinara sus
motivaciones para guiarlos en una racha de victorias. Todo andaba bien hasta
que el quaterback titular, Eddie Martel
(Brett Cullen), se reincorpora al equipo gracias a la venia del presidente del
club, absolutamente desesperado por ganar el último partido que les asegure la
presencia en los play-offs después de sucesivos fracasos en temporadas
anteriores, una práctica común en los dirigentes que se dejan llevar por el
facilismo de los resultados, dejando de lado todo lo que significa un proceso.
Esto provoca el malestar del entrenador McGinty y de los compañeros de Shane
que se ven forzados a compartir equipo con un tipo al que desprecian. La
destitución de Falco lo vuelve a enfrentar con su angustia y sus miedos y
decide encerrarse como un ermitaño dejando de lado todo lo que lo podría hacer
feliz, mientras sus compañeros no pueden desplegar su mejor fisonomía en el
terreno de juego y se van perdiendo al descanso en el partido más importante de
la temporada. McGinny declara en televisión que el equipo necesita corazón para
remontar la peliaguda situación lo que le llega a un pensante Shane Falco quien observaba el partido por TV
y se decide dar una oportunidad acudiendo en ayuda de sus compañeros en un
aciago momento. La vuelta de Falco
obliga a la marcha de Martel, quien se da cuenta de que nadie lo quiere ahí, y
levanta el ánimo de todos, mostrándose tan aguerridos como siempre y
transpirando hasta la última gota por obtener la victoria, que finalmente llega
gracias a la obra y gracia de Falco. El equipo está en play-offs y Falco no
solo logra vencer sus temores, sino que también salva al equipo y se queda con
la chica; una versión del sueño del pibe versión anglo repetida infinitas
veces. Los suplentes vuelven a sus vidas normales sin grandes aspavientos, pero
sabiendo de que fueron capaces de lograr algo grande, aunque sea solo por una
vez en sus vidas.
El objetivo de narrar esta película estadounidense, es
mostrar valores tan trastocados en el deporte actual como el sentido de equipo,
la responsabilidad con el grupo y los aficionados y, principalmente, el genuino amor demostrado
por un adorable grupo de personajes al deporte que los estremece, aunque no les
deje más que una satisfacción interna. Hoy es muy fácil encontrar deportistas
amantes de la arrogancia, incapaces de cumplir una tarea no tipificada en sus
grotescos contratos, con un mal entendido sentido de equipo que solo es
concebido como el séquito que acompaña a su propio nombre y más preocupados por
demostrar opulencia que tener un buen rendimiento, es decir, deportistas y
personas relacionadas con el deporte que viven de la generosidad del mismo, sin
sentir absolutamente nada por él.
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