domingo, 18 de noviembre de 2012

La tregua se terminó...


Se suponía que las elecciones de la ANFP del año 2010, iban a ser un mero trámite para Harold Mayne-Nicholls, pues el hombre gozaba de gran popularidad y prestigio, luego de que bajo su mandato se desarrolló uno de los procesos deportivos más exitosos en la historia del seleccionado chileno de fútbol. Todo marchaba bien en el proceso de renovar su investidura de presidente de la ANFP, pero un punto en su plan de campaña llamó la atención de algunos; ese punto era la distribución de las ganancias del canal del fútbol. Él, por ese entonces, presidente de la ANFP, planteaba  una distribución  equitativa, que permitiera a los clubes más pequeños obtener más ingresos. Los regentes de los clubes más poderosos, ante la propuesta de Mayne-Nicholls y sus posibles consecuencias; no demoraron en crear una lista opositora con Jorge Segovia como presidente y cara más visible, independiente del elegido, lo importante era que asegura el continuismo de un sistema que favorece a los equipos denominadas grandes. Los planes de trabajo que exhibían ambas candidaturas eran prácticamente los mismos, salvo la repartición de las ganancias del canal del fútbol. En los días previos a la elección hubo mucha guerra sucia por parte de ambos bandas que no vale la pena recordar. La discusión era tensa, pero tomo un cariz aun más complicado cuando Marcelo Bielsa, el brillante entrenador que transformó un equipo mediocre en una máquina de jugar bien y ganar, supeditó su continuidad en el cargo a la elección de Mayne-Nicholls como presidente de la ANFP. En una conferencia de prensa inusual, Bielsa no intentó hacer proselitismo político, solo hizo un manifiesto de sus valores como personas, además recalcó que lo esencial del fútbol son los hinchas, aquellos individuos que le brindan todo a su equipo sin condiciones. Al día siguiente de la conferencia de Bielsa, se efectuaron las elecciones; ganó Segovia y no solo perdió Mayne-Nicholls, perdió la selección chilena, perdieron los mismos clubes chilenos, perdió aquel hincha ilusionado que nunca había visto jugar al equipo nacional de manera tan deslumbrante, perdieron todos aquellos que creían en la esperanza de un cambio real en el fútbol chileno. Segovia fue inhabilitado para ejercer como Presidente, se hizo el llamado a nuevos comicios ahora con Ernesto Corona y Sergio Jadue como continuadores ideológicos de Mayne-Nicholls y Segovia, respectivamente. Revivía la esperanza de conservar a Bielsa, ganó Jadue y no lo pudo convencer de continuar en el cargo de entrenador; el rosarino sabía con qué clase de gente estaba tratando y se despedía dejando una indeleble huella en el hincha nacional que supo valorar su dedicación, honestidad y fútbol ofensivo

La nueva directiva debía buscar a un nuevo entrenador y el escogido fue Claudio Borghi, respaldado por su palmarés en Chile y en Argentina, por conocer a gran parte de los jugadores y, porque, según los dirigentes y muchos otros que caen con frecuencia en los facilismos, su ideología de juego basada en el ataque era muy similar a lo Bielsa, por lo que era ideal para continuar con el trabajo del hombre de Rosario. Es curioso que se haya apostado por Borghi como continuador de Bielsa, considerando las profundas diferencias entre ambos. Si bien hay que reconocer que ambos entrenados le dan énfasis al ataque, a un concepto de fútbol ofensivo, los métodos que emplean para respaldar el concepto son disímiles. Bielsa quiere que sus equipos sean dinámicos, vertiginosos, intensos; le gusta que sus jugadores hagan correr la pelota rápidamente y utiliza una serie de jugadas previamente concebidas y mecanizadas para luego ser ejecutadas durante el partido. Borghi, en cambio, apuesta por un fútbol mucho más pausado, con la paciencia necesaria para la apertura de espacios, sin tanta mecanización, otorgándoles mucha libertad a sus jugadores. Existen muchísimas más diferencia entre ellos, pero están son la más notorias, configurando un duelo entre el fútbol urgente de Bielsa y el paciente de Borghi. Pasando a otro ámbito, el directivo, se puede decir que Bielsa procura establecer una relación asimétrica entre él y los jugadores, mientras que Borghi es partidario de crear vínculos íntimos con el jugador y confiar mucho en él. Al parecer no eran tan similares como algunos decían. Estas diferencias no tardaron en demostrarse en la cancha; al principio el equipo aún tenía algunos conceptos bielsistas y jugó bien en los primeros partidos, pero lamentablemente fue decayendo hasta terminar convertido en un equipo feble defensivamente, falto de recuperación de pelota, incapaz de generar un número aceptable de situaciones de gol y con bajo poder de concreción. Una versión mucho más típica de un seleccionado chileno. A pesar de seguir obteniendo buenos resultados el equipo de Borghi jugaba mal, llamaba más la atención por lo que sus jugadores hacían fue del campo o por lo que Borghi ofrecía en conferencia de prensa, muy alejado de lo expuesto en instancias anteriores. Lógicamente, un equipo que jugaba mal y tenía tantos problemas de disciplina, no podía terminar bien y así fue. Chile cayó en cinco partidos de forma consecutiva, salió de la zona de clasificación directa para la Copa del Mundo y las derrotas exhibieron sus falencias de forma más evidente. Después de la quinta derrota Jadue decidió cesar a Borghi en su cargo de seleccionador nacional en pleno camarín, a pesar que días antes lo había respaldado públicamente, por lo tanto, el apoyo solo era de la boca para fuera y solo buscaban obtener los resultados que querían sin importar el cómo, sí el cuándo y el donde, buscando potenciar  una imagen de directivos consecuentes que no son.

Ahora el debate se ha trasladado a la elección del nuevo entrenador de la selección nacional y la competencia se reduce a dos nombres: Jorge Sampaoli y Gerardo Martino.  Independiente de quien sea el escogido, el futuro seleccionador deberá aceptar hundirse un poco en la miseria, sabiendo que deberá convivir con unos dirigentes que han lacerado al fútbol chileno y que han lucrado de él sin sentir la más mínima emoción.

Al parecer todo lo maravilloso que vivimos bajo el mandato de Bielsa durante 4 años fue, en términos de Benedetti, solo una tregua.

jueves, 8 de noviembre de 2012

Un gran Cavani salva al Napoli de la debacle.


“Cavani, Cavani” corean los fanáticos napolitanos cada vez que Edidon cavani anota un gol y la noche de hoy jueves, ese sería el grito más recurrente en el San Paolo.

El Dnipro llegaba con puntaje perfecto al San Paolo, mientras que el Napoli solo había podido recolectar tres puntos, por lo que obtener una victoria resultaba fundamental para los del sur de Italia. El partido en sus primeros minutos se desarrolló en relación a lo que se asumía como lógico en los prolegómenos del partido: un  Napoli que manejaba con propiedad y sin discusión la pelota y un Dnipro que vivía de la esperanza de concretar un contraataque. El primer gol del partido llegaría por medio de la que sería la figura de la noche: el uruguayo Edinson Cavani.  El delantero uruguayo definió con un remate cruzado ante la salida del portero rival tras un gran pase  desde el centro del campo ejecutado por Dzemaili con la cara externa de su pie. El gol no produjo cambios instantáneos en la temática del partido; el Napoli seguía manejando la pelota e intentaba conseguir el segundo gol, siendo la banda derecha su vía de ataque preferida. Dossena perdió dos claras oportunidades en plena área chica y recién a los 17 un buen remate desde fuera del área genera algo de peligro en la portería del Napoli y luego un cabezazo de Zozulya no pasó muy lejos. A partir del minuto 25 el Dnipro comienza a sentirse más cómodo en ataque y ya no revienta la pelota con desesperación, sino que busca crear situaciones a través del juego hilvanado, aunque sin causar gran peligro, hasta que en el minuto 32 Fedetksiy aprovecha un pivoteo de  Odibe en área chica tras un córner para empatar el partido. A partir de ese momento el juego del Napoli que ya no era bueno hasta antes del gol, empeoró, careciendo de claridad y movimientos ofensivos que propiciaran la apertura de espacio; el Napoli atravesaba mitad de cancha y ya no sabía qué hacer, solo la lucha constante de Cavani en delantera y algún centro de Mesto inquietaban en algo al equipo de Ucrania, además la recuperación de balón no era la mejor, lo que colaborara con las posesiones más prolongadas del Dnipro, que a partir de su gol se vio más tranquilo y haciendo rotar más la peltoa, principalmente, de la mano de su figura, el hábil mediocampista Konoplianka.

El segundo tiempo iniciaba con un Dnipro que intentaba demorar las acciones desde el primer segundo, ante un Napoli que daba síntomas de desesperación. Un cabezazo del  defensor argentino Federico Fernández, de muy buen partido, rozó el poste y a los 52 el Dnipro daba la gran sorpresa con el gol de Zozulya. El Napoli perdió el balón en la gestación del ataque y el Dnipro aprovechó eso para ejecutar una salida rápida que terminó con un remate cruzado del delantero que encontró débil respuesta en Roseti. 2-1 y un Napoli que no demostraba buen juego, debía luchar, además, con la angustia y desesperación que provocan estas situaciones, no solo en el cuerpo técnico y los jugadores, sino que también en los aficionados. Desde la banca enviaron una respuesta rápida con los ingresos de Hamsik e Insigne en desmedro de Donadell y Vargas. En el Dnipro ingresó Giuliano. Así el Napoli buscaba potenciar su ataque en base a individualidades influyentes en su juego, pero aún así no logró generar mucho peligro en el arco del Dnipro, que tuvo una clara oportunidad de alargar la diferencia cuando Odibe se encontró solo en el área chica con el balón, pero su remate salió desviado. Alguna aparición de Insigne, otra de Mesto y nada más; eso sería lo que mostraba Napoli en ofensiva acompañado de mucho ímpetu pero de pocas ideas. Pero alguien tenía algo que decir al respecto: Edinson Cavani. El uruguayo demostró que  es de esa clase de jugadores que aparecen cuando su equipo más lo necesita, cuando la pelota parece quemar en los pies ellos la piden. El uruguayo comenzaría su arremetida final con un gran tiro libre desde considerable distancia. Luego aparecería en área chica para concretar una gran jugada entre Dossena, Insigne y Hamsik ; pelota sacada en corto desde el córner por Hamsik, quien envía a Dossena, quien cede para Insigne, que rompe los esquemas con un taco que deja solo a Hamsik en el sector izquierdo y este ubica a Cavani, que solo tiene que hacer el pase a la red. Con este gran gol el Nápoli ya tenía la victoria y los hinchas napolitanos estaban ya más tranquilos en el San Paolo. Pero el que no estaba tranquilo, era Cavani quien necesitaba saciar sus ansias de gol y lo haría ganando la posición a un defensor tras un rechazo y ubicando, posteriormente, la pelota junto al palo; un auténtico golazo. El gol completaba un póker para el uruguayo. Final del partido y Cavani, como tantas otras veces, terminaba como el gran héroe del equipo, brindándole una gran actuación y tres importantes puntos en su afán de clasificar en la fase de grupos. Sin embargo, el partido nos dejó una mala imgen del Napoli en general; un equipo sin ideas en ofensivas y un tanto frágil en defensa. Por su parte el Dnipro estuvo cerca de llevarse una victoria que hubiera sido sorpresiva incluso para ellos, porque los errores del rival le permitieron ponerse en ventaja y nunca mostraron la convicción de ganar el partido.